Si no quieres leer, puedes escuchar el audio
Uno de los desafíos más complejos en la investigación es la construcción del marco teórico conceptual. Este es posterior al argumento del problema, objetivos e interrogantes de investigación. El marco teórico abarca el análisis y la síntesis de las teorías existentes relevantes al tema de investigación, mientras que el marco conceptual se centra en definir y delimitar los conceptos clave de manera clara y operacionalizable. A pesar de la abundante bibliografía disponible en los repositorios, a los que accedemos por los diversos buscadores académicos, es común perderse entre definiciones elegantemente redactadas que no siempre son aplicables al contexto específico de la investigación.
¿Cuál definicion es la más adecuada?
La revisión bibliográfica es el proceso de búsqueda de antecedentes, estado del arte y base teórica conceptual. Es fundamental que las definiciones conceptuales sean operacionalizables en el contexto de la investigación. Esto implica que dichas definiciones deben desglosarse en términos observables y/o medibles en la realidad empírica. Por ejemplo, al abordar el concepto de motivación, no es suficiente con una definición abstracta; es necesario especificar los aspectos concretos que lo componen para poder identificarlo mediante observación, entrevistas o encuestas a los sujetos de estudio.
Una definición operacionalizable de motivación podría incluir dimensiones como el interés demostrado hacia una tarea específica, la persistencia frente a desafíos, o el nivel de esfuerzo dedicado para alcanzar metas concretas. Estas dimensiones pueden desglosarse en indicadores observables, como el tiempo dedicado a una actividad, las expresiones verbales de interés, o la frecuencia de iniciativas autónomas.
Estas definiciones no solo aclaran qué se entiende por motivación, sino que también permiten a los investigadores evaluar de manera consistente su presencia o ausencia en diferentes contextos y sujetos. Esto asegura que los datos recopilados sean válidos y confiables, facilitando así la comparación entre estudios y la generalización de los hallazgos.
Por otro lado, las definiciones vagas o abstractas, como referirse a una mesa simplemente como un «objeto útil», carecen de la especificidad necesaria para distinguir entre diferentes tipos de objetos útiles, lo cual dificultaría cualquier intento de clasificación o análisis sistemático.
Evita la ambiguedad en las definiciones de tus conceptos
Algunos conceptos presentan un desafío especial en su definición y observación debido a su alta carga subjetiva, como la participación, voluntad, motivación, agrado y atracción. Por ejemplo, la participación puede interpretarse de varias formas: desde la simple presencia física en reuniones hasta la contribución activa en las discusiones y la toma de decisiones dentro de un grupo. Una definición ambigua de participación podría limitarse a describir la asistencia física a eventos, sin considerar el nivel de involucramiento activo o emocional de los participantes.
Del mismo modo, el concepto de motivación puede entenderse de manera diferente según el contexto y las perspectivas individuales. Mientras que para algunos investigadores la motivación podría definirse como el impulso interno que lleva a una persona a actuar hacia metas específicas, otros podrían enfocarse en dimensiones más externas, como la persistencia en tareas a pesar de los desafíos. Una definición ambigua de motivación podría ser simplemente «el deseo de lograr algo», sin especificar cómo se mide este deseo o qué comportamientos específicos reflejan una motivación alta o baja.
Estas ambigüedades no solo complican la tarea de definir estos conceptos de manera operacionalizable, sino que también afectan la recolección y interpretación de datos en la investigación empírica. Por ejemplo, en un estudio sobre la motivación en el ámbito educativo, si los investigadores no establecen claramente qué aspectos de la motivación están midiendo (como el interés por la tarea, la persistencia ante dificultades, o la autoevaluación del progreso), los participantes pueden interpretar las preguntas de manera diferente y ofrecer respuestas inconsistentes o sesgadas.
Por lo tanto, es esencial que los investigadores no solo elaboren definiciones claras y operacionalizables de estos conceptos antes de iniciar la recolección de datos, sino que también comuniquen estas definiciones de manera transparente a los participantes. Esto ayuda a alinear las expectativas y comprensiones de los sujetos de estudio con los objetivos y métodos de la investigación, mejorando así la validez y fiabilidad de los resultados obtenidos.
¿Qué relación guarda, la forma en la que definimos, a los paradigmas que tenemos en investigación?
Los paradigmas en la investigación son marcos teóricos que guían cómo se conciben, estudian y comprenden los fenómenos investigados. Cada paradigma tiene sus propias suposiciones ontológicas (sobre la naturaleza de la realidad), epistemológicas (sobre cómo se puede obtener conocimiento válido) y metodológicas (sobre cómo se debe llevar a cabo la investigación).
Dado que los paradigmas varían en sus enfoques y presuposiciones teóricas, las definiciones de conceptos clave también pueden diferir según el paradigma desde el cual se aborde la investigación. Por ejemplo, la definición de «motivación» puede variar considerablemente entre un paradigma positivista, que enfatiza la objetividad y la medición cuantitativa, y un paradigma constructivista, que valora la interpretación subjetiva y el contexto social.
Es común que los investigadores utilicen diversas fuentes y perspectivas teóricas cuando trabajan desde diferentes paradigmas, ya que esto les permite explorar y comprender los fenómenos desde múltiples ángulos. Sin embargo, es crucial que los investigadores sean conscientes de las diferencias paradigmáticas y que seleccionen y apliquen las definiciones de manera coherente con el marco teórico elegido para evitar confusiones conceptuales o contradicciones en sus estudios.
Definir de forma clara y coherente con el argumento del problema y nuestro paradigma
Es crucial que los investigadores no solo clarifiquen y definan estos conceptos subjetivos en términos operacionales y contextuales, sino que también comuniquen estas definiciones de manera transparente, coherente, a los participantes y otros colaboradores involucrados en el proceso de investigación. Esto no solo establece las bases comunes para la recolección y análisis de datos, sino que también minimiza las interpretaciones divergentes que podrían surgir debido a las diferentes comprensiones de los conceptos en juego.
Por ejemplo, en un estudio sobre la calidad de vida, definir claramente qué se entiende por «calidad de vida» puede ser crucial. Para algunos, podría incluir aspectos físicos como la salud y la alimentación, mientras que para otros podría enfocarse en aspectos emocionales y sociales como las relaciones personales y el sentido de comunidad. Una definición operacionalizable en este contexto podría desglosar la calidad de vida en dimensiones específicas como salud física, bienestar psicológico, relaciones sociales y entorno ambiental, cada una de las cuales podría medirse mediante indicadores objetivos como la frecuencia de visitas médicas, puntajes en escalas de bienestar emocional, o el grado de participación en actividades comunitarias.
Trabajar con definiciones operacionalizables no solo implica precisión conceptual, sino también la capacidad de transformar conceptos abstractos en términos concretos y observables. Esto es fundamental para el avance del conocimiento científico en cualquier campo de estudio, ya que permite la replicación de estudios, la comparación de resultados entre diferentes investigaciones y la formulación de teorías sólidas basadas en datos empíricos consistentes.
Por ejemplo, en un estudio sobre la efectividad de diferentes métodos de enseñanza en el aprendizaje de matemáticas en niños de primaria, una definición clara de «método de enseñanza efectivo» podría incluir criterios específicos como la mejora en los puntajes de pruebas estandarizadas, la retroalimentación positiva de los maestros y padres, y la percepción de los estudiantes sobre su confianza y habilidades matemáticas. Esta precisión en la definición permite a los investigadores seleccionar adecuadamente los métodos de recolección de datos y evaluar de manera objetiva el impacto de cada método de enseñanza.
Finalmente, trabajar con definiciones operacionalizables no solo es crucial para la precisión y validez de la investigación científica, sino que también garantiza que los resultados obtenidos sean significativos y aplicables en la práctica. Esto fortalece la base de conocimientos en cualquier campo de estudio y facilita la toma de decisiones informadas basadas en evidencia científica sólida.